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Myriam Ovalle Sáenz, psicóloga y usuaria de Fundación Luz

Aparece Myriam Ovalle, sonriendo a la cámara.

Aunque Myriam tiene 5% y 10% de visión en sus ojos, esto no ha sido obstáculo para seguir trabajando como psicóloga clínica especialista en reparación de sufrimiento emocional, trauma, duelos y vínculos en un Centro Neurológico. Y para en los próximos días, asumir como Gestora de Inclusión Laboral y Social en el sistema público, gracias a un curso que tomó en Fundación Luz. 

El año 2022 Myriam despertó viendo borroso y deformado. Fue a una oftalmóloga que le dijo tenía retinopatía serosa central, una enfermedad que se provoca por la acumulación de líquido por debajo de la retina. Se trata de una patología nueva asociada al estrés, pero que al 99% de las personas se les termina pasando. Sin embargo, a Myriam se le fue empeorando y hoy ha aprendido a vivir con un 5% de visibilidad. 

“Nunca olvidaré ese 13 de septiembre de 2022 cuando me declararon la irrecuperabilidad y me quedaba sólo un 65% de visión. Cuatro años antes había comenzado a sufrir de retinopatía serosa central, y aunque decían que se me pasaría, cada vez fue empeorando y entrando más líquido en mi retina. La enfermedad avanzó muy rápido y, a un mes de la irrecuperabilidad, ya había perdido un 30% de visión más en ambos ojos. Fue muy traumático. En mi trabajo en sector público no me creían; mi equipo se resistió mucho a mi enfermedad y me pusieron muchas trabas para poder hacer mis tratamientos y rehabilitación. También comencé a vivir la discriminación: era profesora guía de tesis de un Magister en una universidad y el director de la carrera no quiso que siguiera trabajando por mi discapacidad. Estaba haciendo un doctorado en una universidad mexicana, pero tampoco pude terminarlo porque no estaban preparados para tener a una alumna con baja visión. Todo esto me afectó anímicamente, se me complicaron las cosas. Pero, así como me han pasado cosas malas, también me han pasado cosas buenas. Contacté a SENADIS, quienes me derivaron a dos fundaciones y la primera que me respondió fue Fundación Luz en enero 2023. Quienes me recibieron ahí fueron verdaderos ángeles. Me sentí acogida, encontré amigos y personas que estaban en mi misma situación. Me enseñaron a cómo usar el bastón, la tiflotecnología y un montón de habilidades para la vida diaria: cómo reconocer mi rostro con las manos y maquillarme; manipular agua caliente; preparar café; enhebrar agujas para personas ciegas o cocinar arroz. Pude entrenar el oído, reconociendo sonidos y detectando de dónde vienen; aprendí a reconocer las coordenadas sin ver. Y uno después no quiere irse de Fundación Luz, porque te sientes tan acogido, valorado y respetado… Hay una inclusión total, los espacios son tranquilos y adecuados. Además, me dieron mucha contención emocional con los psicólogos, porque pasé por varias crisis. Un día me atropellaron y llegué súper enrabiada, porque me sentí inútil y torpe, y en la Fundación me dieron el espacio para desahogarme y ¡hasta me regalaron un bastón! Porque el mío quedó todo doblado. Ese gesto fue muy lindo. Por otro lado, he tomado varios cursos como de Braille y otro de Gestora de Inclusión, porque quería conocer las leyes, pero finalmente me gustó mucho y terminé acreditándome y hoy soy la segunda persona con discapacidad visual certificada a nivel nacional. Así que finalmente, y después de mucho esfuerzo, logré que en mi trabajo me reconocieran, validaran y permitieran trabajar gestionando desde las bases el área de Inclusión en el Servicio. El próximo lunes 8 de julio comenzaré a trabajar como Gestora de Inclusión Laboral y Social en el sistema público”.

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